Primer truco:- Primero lee tú y los demás imitarán el placer que tú expandas. Predica con el ejemplo.
Segundo truco:- Todos los lectores tienen su nivel y hay que conocerlo antes de recomendarles un libro. Sepamos antes cuáles han sido sus últimas lecturas, lo que han leído con agrado o con dificultad, cuáles son sus intereses... en fin, qué deporte y en qué categoría está el equipo de sus preferencias... literarias.
Tercer truco:- En algunos países han establecido la hora del silencio en la cual todo el personal debe permanecer callado y con un libro en las manos, desde la directora hasta el conserje, y aplicarse en la lectura. Una hora diaria. No todos leerán al mismo ritmo. Lo que importa es facilitar tiempo y espacio para aprender la disciplina que requiere toda lectura atenta. Muchas escuelas hacen algo parecido, un rato de silencio con libros, mientras esperan el inicio de las clases.
Cuarto truco:- Aprovechemos todas las oportunidades para leer o hacer leer en voz alta. ¿Por qué no se memorizan poemas, y se organizan recitales en las escuelas? La memoria, dicen, es el marcapasos de la inteligencia.
Quinto truco:- Sólo lo difícil es estimulante. Las razones para leer de los adolescentes son las mismas que las de los adultos; la curiosidad desbocada, la pasión por descubrir otros mundos, de conocer a héroes o canallas osados, transgresores... ¿Puede despertar el deseo un texto masticado, preparado, recomendado... y mil veces descubierto? En América llaman a los libros recomendados por las autoridades académicas el beso de la muerte, la maldición que mata la espontaneidad y la ilusión del descubrimiento personal, único, la voz original que nos habla directamente a nosotros. En tiempos de saciedad, regala necesidad.
Sexto truco:- Huir de la cultura de protección exacerbada por los miedos de los adultos. Muchos adultos conciben la lectura como un salvavidas contra los embates de la vida, y no como una barca libre dispuesta a la aventura personal.
Escrito por:-Emili Teixidor Escritor de Literatura Infantil